Atenas en 48 horas. Parte 2. ACRÓPOLIS.
LA ACRÓPOLIS: ALLA DONDE VIVEN LOS DIOSES
Acrópolis en griego significa “Ciudad Alta” y hace referencia a los emplazamientos usuales de las urbes de la antigüedad, cuya parcela defensiva, política, religiosa y, en ocasiones, cultural se situaba encima de las colinas o elevaciones de rango natural. La importancia estratégica de los mismos era clave para que los principales edificios o templos estuviesen bien protegidos en caso de asedios, que eran muy numerosos. En Atenas no fue menos y en la cima de la colina de la Acrópolis siempre ha habido restos de civilizaciones mucho más antiguas que la Grecia clásica. Aunque hubo un punto de inflexión en la vida de este lugar escarpado, y fue tras la batalla con los persas que convirtieron la ciudad en escombros (480 a.C.). Sólo cuando lograron expulsarlos y alejar el peligro, los griegos se pusieron manos a la obra para levantar el que sería el máximo exponente arquitectónico de esta influyente Civilización. La Acrópolis contendría un conjunto de edificios de carácter político y, sobre todo, sagrado, dedicados a la Diosa Atenea que les había protegido y ayudado en su cruenta contienda con los persas.
El principal propulsor de esta gran obra, que es la que se puede ver hoy en día, aunque no de forma tan esplendorosa como en la época clásica, fue uno de los Estadistas más importantes de Grecia, Pericles. Este demócrata convencido era amante del Arte y dotó a la cima del aquel promontorio escarpado de varias construcciones sagradas entre las que destacaría el Partenón (Templo dedicado a Atenea), aunque no sería el único edificio importante, ni mucho menos. Confió el diseño a Fidias, quien a su vez buscaría la colaboración estrecha de Calícrates e Ictino, dos de los más importantes arquitectos de Grecia. Sería en tiempos de Pericles cuando la mayor obra de la Acrópolis tendría lugar, alzando al cielo el corazón de la Grecia Clásica y configurando la iconografía de una Civilización entera que resistiría mil batallas e invasiones. Harían falta más de dos mil años para que la guerra con los turcos hiciera especial mella, debido a los bombardeos y el estallido de la munición que se guardaba en dependencias del Partenón. Si a eso se le añade el afán recolector de los ingleses, que se llevaron hasta la ropa interior de la última escultura, se puede comprender cómo este gran escenario griego es un atisbo lejano de lo que fue. Aunque con todo y con eso, continúa siendo Orgullo de la Nación y foco del 99,9% de los visitantes que van a Grecia. Este conjunto, Patrimonio de la Humanidad, es un Tesoro del Arte y la Arquitectura de Grecia, y sus connotaciones superan todo lo imaginable. La Historia pesa mucho aquí.
LAS PARTES PRINCIPALES DE LA ACRÓPOLIS
Los Propíleos
Su función era de Entrada Monumental al complejo de templos. Una escalera llevaba a un portón cubierto que, ya salvado el desnivel, antecedía con todos los honores a la explanada plana donde ya esperaba el Partenón. Este espacio porticado de columnas era rectangular y contaba con dos anexos a ambos lados. Sin duda constituía el preludio más idóneo a los lugares sacros.
Templo de Atenea Niké
Es un diminuto templo de columnas jónicas adosado a una torreta lateral de los propíleos. Fue construído por Calícrates para conmemorar la victoria sobre los persas en la Batalla de Salamina. De hecho Niké viene a significar “Victoriosa”. Tiene de alto 8 metros y su planta interior es de 4×4. Albergaba una escultura de la Diosa Atenea alada, la Niké. Lamentablemente durante nuestra visita estaba completamente cubierto con una lona blanca por los sempiternos trabajos de restauración de la Acrópolis.
El Partenón
El alma de la Acrópolis es un enorme Templo dedicado a la Diosa Atenea, Patrona de la ciudad. Hoy día decir Acrópolis es decir Partenón. Poco se puede contar al respecto que no se sepa ya. Pero no hay más que traspasar la columnata de los propíleos para admirar el centro de la cuna de Occidente, cuya función principal pasaba por albergar la imagen esculpida por el gran Fidias de una Atenea Partenos de 12 metros de alto realizada de oro (más de una tonelada) y marfil.El templo tiene una dimensiones de 70 metros de longitud por 31 de anchura. El frontón y los techos (ya inexistentes) están sustentados por gruesas columnas dóricas de más de diez metros de altura. Lo primero que a uno le sorprende cuando lo tiene delante es su avanzado grado de deterioro y la gran cantidad de andamios y grúas que hay dispuestas en el templo. No hay que olvidar el detalle de que una de su última función durante los últimos coletazos período otomano fue la de polvorín, lo que hizo que hubiera varias explosiones en el edificio. Así que ese deterioro del que hablo hay que cogerlo con pinzas y pensar que lo verdaderamente milagroso es que continúe en pie. El andamiaje es, por tanto, un mal necesario que lleva montado más de una década. Aunque las últimas noticias que leímos al respecto es que las obras de restauración se alargarán durante los próximos…veinte años. Será curioso que la restauración sea más lenta que su propia construcción hace 2500 años con muchos menos medios que ahora. Donde estén los clásicos que se quite lo demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario