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miércoles, 2 de diciembre de 2015
martes, 1 de diciembre de 2015
Atenas en 48 horas. Parte 3. Final de la Acrópolis.
Atenas en 48 horas. Parte 3.
El Erecteion
Este templo dedicado a varios Dioses (Atenea Polias, Poseidón, Hefesto) y al primer Rey de Grecia según la mitología (Erecteio) es junto al Partenón el más hermoso de los que se sitúan en la Acrópolis. Y aunque no se lleva tantos focos como este, por su importancia inicial y, sobre todo, porque es inferior en tamaño, es uno de los más interesantes tanto a título personal como a la Historia del Arte. El Erecteion está dividido en varias partes, en función de la deidad en cuestión a la que estaba dedicada cada una de ellas. Pero es una de ellas la que se lleva todos los honores y a la que los libros le han prestado siempre más antención. Se trata de la Tribuna de las Cariátides, donde se encuentra la escalera que conducía a la tumba del Rey-Fundador Cécrope. Esta galería porticada está sostenida por las figuras de piedra de 2´3 metros de altura de seis mujeres, las famosas Cariátides.
Teatro de Herodes Ático
Una vez nos dimos cuenta que el Museo de la Acrópolis que hay frente al Partenón está cerrado tras la apertura del nuevo en el verano de 2009 nos decidimos a bajar hacia éste. Lo hicimos por un camino que va bordeando el promontorio desde el que se ve otro de los restos más destacados que se conservan, aunque sea del período romano: El Teatro de Herodes Ático. Fue construído en el año 161 después de Cristo, y realmente más que como teatro funcionó como Odeón (Destinado a conciertos y a actividades musicales). Herodes Ático, cónsul romano, lo construyó muy cerca del teatro de Dionisio, a los pies de la Acrópolis, en honor a su esposa. Estaba completamente cubierto y su capacidad era de cinco mil espectadores.
Teatro de Dionisio
El que fuera el mayor teatro de la Antigua Grecia fue probablemente el primero en llevar las representaciones teatrales al pueblo ateniense, ya que contaba con un aforo de nada menos que 17.000 espectadores. Sus 78 gradas engullen literalmente la colina, desde las cuales se escenificaron las tragedias griegas más importantes. Sófocles, Eurípides o Esquilo fueron tres de los poetas griegos cuyas obras más se representaron en este teatro. Contaba con su palco de autoridades y es que ya se sabe, que siempre ha habido, hay y habrá clases más privilegiadas que otras. A pesar de que sus restos son apenas la sombra de lo que fuera dos mil años antes, no hay que olvidar que probablemente aquí naciera el que es uno de los más hermosos espectáculos del mundo. Eso impone un cierto respeto y aliento a quienes admiramos este noble arte.
viernes, 27 de noviembre de 2015
Atenas en 48 horas. Parte 2. Acrópolis.
Atenas en 48 horas. Parte 2. ACRÓPOLIS.
LA ACRÓPOLIS: ALLA DONDE VIVEN LOS DIOSES
Acrópolis en griego significa “Ciudad Alta” y hace referencia a los emplazamientos usuales de las urbes de la antigüedad, cuya parcela defensiva, política, religiosa y, en ocasiones, cultural se situaba encima de las colinas o elevaciones de rango natural. La importancia estratégica de los mismos era clave para que los principales edificios o templos estuviesen bien protegidos en caso de asedios, que eran muy numerosos. En Atenas no fue menos y en la cima de la colina de la Acrópolis siempre ha habido restos de civilizaciones mucho más antiguas que la Grecia clásica. Aunque hubo un punto de inflexión en la vida de este lugar escarpado, y fue tras la batalla con los persas que convirtieron la ciudad en escombros (480 a.C.). Sólo cuando lograron expulsarlos y alejar el peligro, los griegos se pusieron manos a la obra para levantar el que sería el máximo exponente arquitectónico de esta influyente Civilización. La Acrópolis contendría un conjunto de edificios de carácter político y, sobre todo, sagrado, dedicados a la Diosa Atenea que les había protegido y ayudado en su cruenta contienda con los persas.
El principal propulsor de esta gran obra, que es la que se puede ver hoy en día, aunque no de forma tan esplendorosa como en la época clásica, fue uno de los Estadistas más importantes de Grecia, Pericles. Este demócrata convencido era amante del Arte y dotó a la cima del aquel promontorio escarpado de varias construcciones sagradas entre las que destacaría el Partenón (Templo dedicado a Atenea), aunque no sería el único edificio importante, ni mucho menos. Confió el diseño a Fidias, quien a su vez buscaría la colaboración estrecha de Calícrates e Ictino, dos de los más importantes arquitectos de Grecia. Sería en tiempos de Pericles cuando la mayor obra de la Acrópolis tendría lugar, alzando al cielo el corazón de la Grecia Clásica y configurando la iconografía de una Civilización entera que resistiría mil batallas e invasiones. Harían falta más de dos mil años para que la guerra con los turcos hiciera especial mella, debido a los bombardeos y el estallido de la munición que se guardaba en dependencias del Partenón. Si a eso se le añade el afán recolector de los ingleses, que se llevaron hasta la ropa interior de la última escultura, se puede comprender cómo este gran escenario griego es un atisbo lejano de lo que fue. Aunque con todo y con eso, continúa siendo Orgullo de la Nación y foco del 99,9% de los visitantes que van a Grecia. Este conjunto, Patrimonio de la Humanidad, es un Tesoro del Arte y la Arquitectura de Grecia, y sus connotaciones superan todo lo imaginable. La Historia pesa mucho aquí.
LAS PARTES PRINCIPALES DE LA ACRÓPOLIS
Los Propíleos
Su función era de Entrada Monumental al complejo de templos. Una escalera llevaba a un portón cubierto que, ya salvado el desnivel, antecedía con todos los honores a la explanada plana donde ya esperaba el Partenón. Este espacio porticado de columnas era rectangular y contaba con dos anexos a ambos lados. Sin duda constituía el preludio más idóneo a los lugares sacros.
Templo de Atenea Niké
Es un diminuto templo de columnas jónicas adosado a una torreta lateral de los propíleos. Fue construído por Calícrates para conmemorar la victoria sobre los persas en la Batalla de Salamina. De hecho Niké viene a significar “Victoriosa”. Tiene de alto 8 metros y su planta interior es de 4×4. Albergaba una escultura de la Diosa Atenea alada, la Niké. Lamentablemente durante nuestra visita estaba completamente cubierto con una lona blanca por los sempiternos trabajos de restauración de la Acrópolis.
El Partenón
El alma de la Acrópolis es un enorme Templo dedicado a la Diosa Atenea, Patrona de la ciudad. Hoy día decir Acrópolis es decir Partenón. Poco se puede contar al respecto que no se sepa ya. Pero no hay más que traspasar la columnata de los propíleos para admirar el centro de la cuna de Occidente, cuya función principal pasaba por albergar la imagen esculpida por el gran Fidias de una Atenea Partenos de 12 metros de alto realizada de oro (más de una tonelada) y marfil.El templo tiene una dimensiones de 70 metros de longitud por 31 de anchura. El frontón y los techos (ya inexistentes) están sustentados por gruesas columnas dóricas de más de diez metros de altura. Lo primero que a uno le sorprende cuando lo tiene delante es su avanzado grado de deterioro y la gran cantidad de andamios y grúas que hay dispuestas en el templo. No hay que olvidar el detalle de que una de su última función durante los últimos coletazos período otomano fue la de polvorín, lo que hizo que hubiera varias explosiones en el edificio. Así que ese deterioro del que hablo hay que cogerlo con pinzas y pensar que lo verdaderamente milagroso es que continúe en pie. El andamiaje es, por tanto, un mal necesario que lleva montado más de una década. Aunque las últimas noticias que leímos al respecto es que las obras de restauración se alargarán durante los próximos…veinte años. Será curioso que la restauración sea más lenta que su propia construcción hace 2500 años con muchos menos medios que ahora. Donde estén los clásicos que se quite lo demás.
miércoles, 25 de noviembre de 2015
Atenas en 48 horas. Parte 1.
Atenas en 48 horas. Parte 1
Viajar a Atenas es como bailar un sirtaki. Para conocer esta ciudad hay que danzar por ella adaptándose a sus distintos ritmos. Uno muy pausado para surcar los restos de la Grecia clásica en la que vivieron Sócrates, Aristóteles y Platón. Y otro más acelerado para mezclarse en el trasiego diario de esas calles apelotonadas y asimétricas en las que vive un pueblo de sangre caliente muy aferrado a sus tradiciones y que tiene otra forma de ver la vida. Agobiante, desgastada, amable, filosófica, gastronómica, melódica son muchos de los atributos que definen a la primera capital de la Cultura Occidental, el lugar en que se forjaron un sinfín de ideas que continúan siendo la base de la la sociedad en que vivimos. En realidad todos nosotros procedemos en parte a la Grecia del Siglo V antes de Cristo.
Atenas fue, por tanto, un viaje al hogar de las ideas envuelto en un regalo sorpresa. Porque fuimos allí para celebrar el cumpleaños de Rebeca, que no supo dónde iba hasta el mismo instante de tomar el avión. Este era un destino que los dos deseábamos desde hace bastante tiempo y que por fín pudimos llevar a cabo en 48 horas inolvidables. La ciudad de la Diosa Atenea nos abrió sus puertas para que pudiésemos captar sus sabores y esencias que la hacen tan especial.
IGLESIA DE KAPNIKÁREA, UN REFUGIO BIZANTINO
De la requetemencionada Kolokotroni nos movimos por las callejuelas desgastadas y poco aseadas del centro hasta salir a la Avenida Eolou en la que los comercios empezaban a abrir sus puertas. En Atenas hay un sinfín de edificios, mayoritariamente de los años sesenta y setenta, estéticamente limitados, que se apelotonan los unos sobre los otros sin solución de continuidad. Afortunadamente hay excepciones que se acrecientan a medida que uno se acerca a la Acrópolis. Monastiraki y, sobre todo, Plaka, son distritos que no han sucumbido al sesenterismo hormigonero y su personalidad queda fuera de toda duda. Además, suele suceder que los árboles no dejen ver el bosque, y haya que asomarse más allá para encontrar auténticos tesoros supervivientes donde nadie los espera. De eso no tardamos en darnos cuenta. Porque fue bajar Eolou hasta Ermou, la calle comercial que corta y separa los distritos de Plaka y Monastiraki, mirar hacia nuestra izquierda, y encontrarnos literalmente encajonada a la que probablemente sea la Iglesia Bizantina más hermosa de la ciudad, Kapnikárea, que cuenta con nada menos que nueve siglos de antigüedad y que representa a la perfección este concepto de tesoros escondidos.
RUMBO A LA ACRÓPOLIS
Dimos media vuelta a la Calle Ermou para continuar nuestra travesía sur por Eolou y entrar por el distrito de Plaka. De esa forma nos acercábamos cada vez más a la Acrópolis, aunque de por medio fuimos dejando detalles que nos íbamos apuntando para poder ver a lo largo del fin de semana. Como por ejemplo las ruinas que se desplegaban a nuestra derecha de la Biblioteca de Adriano o las importantes excavaciones del Ágora romana. En Atenas hay dos ágoras o plazas públicas (Antigua y Romana). La que teníamos delante corresponde a la que se construyó en el período en que los romanos establecieron su Imperio y dejaron su importa en la capital de la ya vencida Grecia. Así de primeras, desde la valla, pudimos distinguir perfectamente sus dos símbolos más reconocibles: La Torre de los Vientos (Reloj público del S. II a.C.) y la Puerta de Atenea Arquegetis (11 a.C.). Entre medias varias hileras de columnas de mármol sobreviven al paso del tiempo. Todos estos lugares vienen incluidos en la entrada de la Acrópolis (12€) y como es ésta la que se llena primero, preferíamos dedicar tanto a ella como su museo las primeras horas de la mañana. El partenón y compañía es lo que se recomienda visitar en primer lugar. Sea invierno o verano.
Desde el Ágora romana lo que predominan son las cuestas y las escalinatas que indican que uno va bien encaminado para ir a la Acrópolis. Es prácticamente imposible perderse aunque uno se meta por la calle más insospechada porque una de dos, o verá carteles indicativos o habrá tiendas de souvenirs en la que sus comerciantes te echarán un cable. Lo que hay que hacer es continuar subiendo hasta que tocar prácticamente los riscos sobre los que se alza el Partenón e ir buscando siempre la derecha. Tomamos la Calle Theorias, que va bordeando por fuera la loma de la Acrópolis y mostrando una cada vez mejor panorámica de la ciudad. De hecho es palpable cómo Atenas prácticamente engulle las montañas que la rodean. Asimismo durante el camino se van clarificando los restos blanquecinos del Ágora Antigua que se sitúan en la parte baja y donde destaca sobre todo el Templo de Hefesto, que aunque no se lleve todos los honores del Partenón, está considerado el mejor conservado de Grecia.
A continuación la parte 2.
Fuente: http://www.elrincondesele.com/category/relatosdeviajes/europa/atenas-2010/
martes, 24 de noviembre de 2015
Islandia, la Tierra tal cual era
Islandia, la Tierra tal cual era
Hay viajes que te llevan a conocer de verdad el planeta en el que vives. Lugares donde escuchas respirar al suelo que pisas, ves avanzar una alfombra de hielo procedente de grandes glaciares y piensas en erupciones volcánicas más de lo normal. Son incursiones a la geografía terrestre en todo su esplendor. Y en las que te das cuenta que algún día la Tierra fue así, se creó así. Ese viaje es Islandia, un país que se abre entre placas tectónicas, el musgo se apodera de campos de lava infinitos y las fumarolas se convierten en las improvisadas chimeneas de los elfos.
ISLANDIA, UN PUNTO CALIENTE DEL GLOBO
Islandia es una maravilla geológica en su máxima magnitud. No deja de moverse, de crecer. En definitiva, de crearse una y otra vez. Basta con escuchar las noticias y aprender nombres eternos de volcanes que escupen lava e interrumpen el tráfico aéreo (¿Recordáis el Eyjafjallajökull ?). Basta con leer sobre el país y comprender que no sólo se sitúa a un paso del Ártico en la división de las placas americana y euroasiática sino que también es uno de los puntos más calientes de la Tierra.
EN ISLANDIA SIEMPRE SE APRENDE
He visto romperse grandes témpanos de hielo, he oído cómo cruje un glaciar, me he bañado en una poza de agua caliente mientras estaba nevando y he asistido a la llegada primaveral de cientos de frailecillos que se apoderaban de los acantilados. También, y es que todo hay que decirlo, me las he visto y deseado para avanzar en el norte sin quedarme tirado por un temporal con tormenta de nieve incluida y vientos que cortaban la piel. Pero eso fue parte del reto, del aprendizaje. Islandia no es un viaje idílico. En Islandia, como en todas partes, existen los contratiempos, los instantes inesperados que nos llegan a exasperar y, por supuesto, las sorpresas positivas que nos regalan algo que ni habíamos imaginado. Son cosas relacionadas con depender de la naturaleza y en las que, por fortuna, el ser humano no ha podido meter mano todavía.
ISLANDIA, PAISAJE DE PAISAJES
Islandia abruma con su paisaje en bruto, tan hecho a sí mismo que resulta imponente hasta el extremo. Hay cascadas por doquier, algunas de ellas con un caudal sobrenatural, con una posición que ni el mejor de los genios sería capaz de imaginar por sí mismo. En ocasiones te ilustran con un doble arcoíris, una pared de columnas tan irreal como incomprensible o incluso se congelan convirtiendo el agua en picos helados aferrados a una montaña en la que siempre es invierno. Gullfoss, Skógafoss, Seljalandsfoss, Godafoss o Svartifoss son nombres que debería conocer todo viajero que llegue a Islandia y sea de difícil emoción. Frente a ellas el mismísimo lobo feroz termina convirtiéndose en la tierna Caperucita Roja. Y la Señorita Rottenmeier puede llegar a parecerse a Copito de nieve.
He dado la vuelta al país en el sentido de las agujas del reloj con un coche de alquiler que conseguí, junto al vuelo y los hospedajes, gracias a Island Tours y la opción llamada “A su aire” en la que he tenido completa libertad para viajar pero donde he dejado varias cosas cerradas antes de partir. En Islandia cierta planificación (y antelación) tiene premio, sobre todo cuando se aproxima la temporada alta y las plazas hoteleras (o hasta del albergue más rancio que te puedas echar a la cara) menguan de la noche a la mañana. Con asesoramiento y muchos consejos terminé dibujando un viaje a Islandia en el que he tratado de mezclar la improvisación con ciertos toques de previsión. En el término medio está la virtud. Y más en un país en el que en una hora puede hacer sol, ponerse a nevar con ansia, venir una fuerte ventisca y volver a despejarse.
Fuente: http://www.elrincondesele.com/viaje-islandia-la-tierra-tal-cual-era/
La Navidad de París
La Navidad de París
Tengo que reconocer que a París la Navidad le sienta fenomenal. Una capa de color, música y algarabía alegre maquilla la sobriedad y señorío de fachadas y aceras de la capital francesa. Es como si se dibujara una sonrisa que hiciera de puente entre las orillas del Sena y la Torre Eiffel se erigiera en ocasional abeto navideño para los parisinos y los muchos turistas que se reúnen junto a ella. La ciudad agranda tres tallas su chaqueta y hace sonar las campanillas, mientras que miles de guirnaldas, estrellas y luces de colores van de la mano de la ilusión y esperanza de quienes todavía sienten algo especial en uns fechas tan señaladas. París se viste de Navidad, y lo hace manteniendo por completo esa elegancia y exclusividad que le caracteriza.
París bien vale una Navidad
Hermosa, deslumbrante, luminosa y, sobre todo, mucho más cercana. Ya se sabe que París es como una dama muy coqueta que te mira siempre por encima del hombro a sabiendas de ese halo de inaccesibilidad que deja entrever. Pero en Navidad parece agacharse un poco más y dar la mano a las gentes que buscan algo distinto de ella en sus gélidas mañanas de invierno.
Surgen numerosos mercados navideños, las calles se visten de fiesta con su coronación en luz, resurgen los tiovivos y las pistas de patinaje. Huele a comida recién hecha y al vino caliente que tanto gusta tomar en frío a sus compatriotas los alsacianos. Pero sigue siendo París, ese regalo perfectamente envuelto en una caja que te cuesta abrirla para no estropearla. Tiene tanto que ofrecer, tantos rincones en los que vivir un Cuento de Navidad, que parece haberse erigido definitivamente como una de las ciudades del mundo más recomendables para vivir las Fiestas.
Fuente: http://www.elrincondesele.com/recomendaciones-paris-navidad/
lunes, 23 de noviembre de 2015
Durmiendo en un monasterio
Durmiendo en un monasterio
El Monasterio de Piedra esta situado en Nuévalos ¿Y eso dónde es?, queda en Calatayud...¿aún no te ubicas? en la provincia de Zaragoza, en la comunidad autónoma de Aragón…¿necesitas más información? pues en España.
Apenas llegar hicimos una visita express por las instalaciones. El Monasterio fue fundado en 1194 por trece Monjes Cistercienses. ¿Qué? es que aún no sé si somos capaces de imaginar el año 1194 y mucho menos de imaginar a los Monjes Cistercienses en este Monasterio. Vamos a ponernos en contexto: estamos en el año 2013, nosotros llegamos al mundo sobre el año 1980, nuestros padres nacieron en el 1952, nuestros abuelos en 1930, nuestros bisabuelos sobre el 1910 y a eso ¿hay que restarle casi 800 años?. Si, fue ahí cuando comenzó esta historia. Es momento de asombro y de darnos cuenta del valor histórico del lugar. Para nuestra suerte imaginar a los monjes fue más fácil gracias a la representación de tres Monjes de cera en uno de los rincones del Claustro.
Los Monjes vivieron 650 años en este lugar, no hay Monjes desde 1835 por varias razones pero vamos a resumirlo porque no es la idea dar una clase de historia. Fue expropiado y subastado porque el Estado necesitaba dinero y Punto Pelota. Es aquí donde vivimos la experiencia de dormir, comer, beber y disfrutar de este entorno tan mágico.
El Monasterio es un lugar silencioso, ideal para descansar de la agitada vida de la ciudad, de olvidarse de los relojes, del bullicio y tomar contacto directo con la naturaleza y porque no también, con uno mismo.
Caminamos por sus largos pasillos, les aseguramos que son largos…cenamos en el restaurante “Reyes de Aragón” con la mejor compañía. Tomamos unos vinos en el bar “El Granero” y nos fuimos a dormir.
La habitaciones son celdas remodeladas, y antes dormitorios de los monjes. Ya estábamos acostados y nos hicimos la misma pregunta que nos hacemos en estos casos: ¿te das cuenta dónde estamos?… algún monje estuvo rezando aquí, realizando algún canto religioso y durmiendo aquí mismo. Mientras tanto en la TV pantalla plana se veía el resumen del Barça-Madrid.
Fuente: http://unmundodeexperiencias.com/
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